Desde marzo del año pasado, son muchas las personas que se ven obligadas a trabajar desde casa. Para algunas empresas acostumbrarse a esta realidad no ha sido fácil. A otras, ya en una fase avanzada en el proceso de implantación del trabajo en remoto esta acelerada transformación digital no les ha pillado por sorpresa. En cualquier caso, una cosa está clara: el número de videollamadas, reuniones por Teams y webinars nunca había sido tan alto.
Antes de la pandemia, se creía que las oficinas físicas eran indispensables para la productividad, la cultura y la atracción de talento de toda empresa. Ahora, las cosas han cambiado: empezando por nuestro lugar de trabajo. Muchos de nosotros hemos pasado a formar parte del gran experimento del trabajo a distancia. Sin duda, se echan en falta esas charlas con café o los viernes de afterwork con los compañeros. Pero, en general, parece que nos va bien en términos de productividad. Un estudio de Leesman muestra como nada menos que 4 de cada 5 empleados son productivos en casa, frente a los 3 en la oficina. Cifras positivas, pero ¿cómo será el entorno de trabajo una vez todo vuelva a la «normalidad»?
¿Es este el fin de las oficinas?
Es poco probable que todo vuelva a ser como era antes. Trabajar desde casa ofrece una serie de ventajas que hacen inevitable cuestionar la función de la oficina. Por ejemplo, nos evita desplazamientos innecesarios, con un impacto positivo en el medio ambiente y más tiempo de calidad con los seres queridos como resultado. El nivel de flexibilidad que se experimenta a día de hoy es difícil de abandonar. No obstante, la Revista Forbes advierte que este no es el fin de las oficinas. ¿Por qué? A continuación te damos hasta 6 razones:
1. Somos animales sociales
En primer lugar, es crucial desde el punto de vista humano. Es un hecho: las personas necesitamos interacción social. Algunos quizá más que otros. Al trabajar juntos, alimentamos nuestra necesidad de unión. La tecnología moderna nos permite seguir en contacto, pero no llega a satisfacer del todo esa sed de socialización.
2. Las charlas junto a la máquina de café
Dicen que todas las buenas ideas llegan por casualidad. ¡Incluso tomando un café con compañeros! Esta breve pausa, al contrario del pensamiento popular, favorece nuestros procesos sociales y emocionales, así como los lazos con compañeros de otros departamentos. ¿El resultado? Ideas nuevas y originales que impactarán de manera positiva en toda la empresa. Puede que la creatividad llegue en cualquier otro lugar, pero gracias a los efectos positivos de la proximidad física en nuestro nivel de actividad neuronal, la oficina física se convierte en el perfecto caldo de cultivo para la innovación.
3. ¡Todos a una!
Una oficina no son solo cuatro paredes, sillas y escritorios. Son las risas que compartes, las palmaditas en la espalda, los «¿Qué tal todo?» o «¿Te echo una mano?». Sin duda, una comunicación que carga las pilas con la que ningún medio social o plataforma puede competir. Representa un sentimiento común de trabajo por un mismo objetivo. Y cada vez que nos reunimos en un lugar como este nos recuerda que formamos parte de algo más grande.
4. Máxima polivalencia
Otro punto a favor: el deseo de variedad. Ya hemos demostrado que somos capaces de hacer ejercicio, enseñar, trabajar, comprar y socializar desde casa, pero eso no significa que sea bueno para nuestra cordura. Según un estudio de Dan Malachowski para AOL, 1 de cada 3 empleados opina que su trabajo no presenta desafío alguno y pasa una media de 2 horas matando el tiempo en redes sociales. Con el trabajo en remoto como pan de cada día, estas cifras no mejoran. Necesitamos el estímulo del trabajo en equipo, las reuniones con compañeros y el liderazgo participativo para cargar las pilas y así evitar este desgaste progresivo.
5. ¿Izquierda o derecha?
Reconócelo: ya no te mueves tanto como antes. Desde que trabajamos desde casa, el camino a la oficina se ha visto reducido a pasar de la cama al ordenador (y a veces con el pijama todavía puesto). Tener un lugar al que ir no tiene por qué ser una pérdida de tiempo. Sobre todo si pensamos en los beneficios que supone la movilidad: como ordenar nuestras ideas, conectar con el mundo exterior, aumentar las habilidades cognitivas, reducir la desorientación, disparar la creatividad y, en definitiva, aumentar la vitalidad. Así que cada vez que des ese paseo en bici a la oficina o vayas a la impresora a por fotocopias, recuerda que sirve para algo.
6. La cultura corporativa
Bajo modelos de trabajo en remoto, fortalecer la cultura corporativa se vuelve una prioridad para mantener los niveles de productividad. Pero tras un año de inquietud y distanciamiento social, mantener viva la llama del compromiso en los empleados no ha sido tarea fácil. Tampoco lo ha sido para los mánager supervisar y gestionar equipos desde la distancia. Pueden recurrir a las videollamadas para responsabilizar a los empleados de ciertos cometidos, pero existe la posibilidad de que algunos colaboradores se sientan desorientados y desconectados del resto del equipo. Por eso en GoodHabitz, por ejemplo, hemos creado el virtual coffee: un espacio en el que poder hablar de vez en cuando y reconectar con los nuestros.
«Entonces, ¿volveremos a las oficinas como si nada?», te preguntarás. El trabajo en remoto ganará cada vez más protagonismo debido a los beneficios que este aporta tanto a las personas (conciliación, flexibilidad, autonomía, por ejemplo) como a la empresa (incremento de la productividad, entre otros). La oficina, por otro lado, pasará a ser un lugar de innovación, creatividad y desarrollo donde prima la colaboración entre empleados. No es una cuestión de optar por uno u otro, sino de saber adaptarse a ambos. De modo que los RR. HH., las instalaciones y las tecnologías de la información son los verdaderos protagonistas del futuro entorno laboral.
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